Cuando el síntoma no es el enemigo: trabajar con partes protectoras en consulta
Hace años, una paciente entró a mi consulta con los brazos llenos de cortes.
Voy a llamarla Sara.
Y voy a ser honesto contigo… en ese momento no tenía ni idea de cómo ayudarla.
Sara había estado dos años en terapia cognitivo-conductual. Había aprendido técnicas de regulación emocional, estrategias de distracción, había firmado contratos de no autolesión…
Nada había funcionado.
Y cuando me contó su historia, mientras yo intentaba mantener la compostura profesional… una parte de mí estaba pensando: «¿Y yo qué le voy a ofrecer que sea diferente?»
Había algo en su mirada que me decía que estaba cansada.
Cansada de que le dijeran que lo que hacía «estaba mal».
Cansada de sentirse rota.
Y yo… bueno, yo también estaba un poco cansado de la forma en la que me habían enseñado a ver estos casos desde el enfoque sistémico familiar.
El día que dejé de intentar «arreglarla»
Te cuento esto porque fue uno de esos momentos que te cambian como terapeuta.
Llevaba un par de años formándome en IFS (Sistemas de la Familia Interna)… pero todavía tenía esa voz en mi cabeza, ya sabes, la del «buen terapeuta» que tiene que tener respuestas, que tiene que saber qué hacer.
Así que en nuestra segunda sesión, decidí hacer algo diferente.
En lugar de preguntarle «¿por qué te cortas?» (como si ella no se hubiera hecho esa pregunta mil veces)…
Le pregunté: «¿Qué parte de ti necesita cortarte?»
Se quedó callada.
Me miró como diciendo «¿qué clase de pregunta es esa?»
Y luego… algo cambió en su expresión.
«Nunca nadie me había preguntado eso,» me dijo.

Lo que descubrimos
Cerramos los ojos.
Le pedí que notara dónde sentía esa «parte» en su cuerpo.
Y ella, con los ojos cerrados, empezó a describir algo que yo no esperaba…
«Es como una voz… no, más bien como una sensación, una presión. Está en mi pecho. Y me dice que si no me corto, algo terrible va a pasar.»
«¿Qué tan vieja es esa parte?», le pregunté.
«Como de 14 o 15 años… no sé, es raro, pero es como si tuviera esa edad.»
Y aquí viene lo que me voló la cabeza en ese momento…
Le pedí que le preguntara a esa parte: «¿Por qué necesitas cortarme?»
Hubo un silencio largo.
Sara empezó a llorar.
Y cuando abrió los ojos me dijo algo que nunca voy a olvidar:
«Dice que… si no me corto, el dolor de dentro es tan grande que siento que me voy a desintegrar. Que los cortes me distraen. Que me mantienen viva.»
…
Me quedé ahí sentado, procesando lo que acababa de escuchar.
Esa parte no estaba intentando hacerle daño a Sara.
Estaba intentando salvarla.
Cuando todo lo que te enseñaron ya no tiene sentido
Mira, sé que esto puede sonar extraño si nunca has trabajado con partes…
Pero ese día entendí algo que cambió por completo mi forma de ver los síntomas.
Durante años me entrenaron para ver las cosas así:
- Autolesión = síntoma patológico → hay que eliminarlo
- Adicción = comportamiento destructivo → hay que cortarlo
- Evitación = mecanismo desadaptativo → hay que confrontarlo
Y el problema con esa mirada es que… entras en guerra.
Con el paciente, sí.
Pero sobre todo, con la parte del paciente que está generando ese síntoma.
Y esa parte… está ahí por algo.
No está jodiendo porque sí.
Está haciendo lo único que sabe hacer para mantener a flote al sistema.
Las partes que nadie te enseña a ver en la universidad
Déjame contarte cómo empecé a entender esto…
Cuando trabajas con IFS (o con el modelo SSI que he ido desarrollando), empiezas a ver que la mente no es una sola cosa unificada.
Es más bien como… un sistema de partes.
Y hay dos tipos de partes que aparecen una y otra vez en consulta:
Las partes protectoras
Son las que hacen el trabajo sucio.
Las que se autolesionan, las que beben, las que evitan, las que trabajan hasta reventar, las que se cierran emocionalmente…
Desde fuera parecen «el problema».
Desde dentro… son héroes agotados que llevan años intentando mantener a salvo al sistema.
Las partes exiliadas
Son las que cargan el dolor que nadie pudo procesar.
El niño de 5 años que fue humillado.
La niña de 8 años que se sintió abandonada.
El adolescente de 13 que cargó con una vergüenza insoportable.
Estas partes quedaron «congeladas» en esos momentos… porque el dolor era demasiado grande.
Y las partes protectoras existen para mantenerlas enterradas.
Por eso nada funcionaba con Sara
¿Te das cuenta?
Durante dos años, sus terapeutas anteriores habían estado intentando que Sara dejara de cortarse.
Pero nadie le había preguntado a la parte que se cortaba… por qué lo hacía.
Nadie había validado que esa parte tenía una razón para existir.
Y por eso… cada vez que Sara «mejoraba» un tiempo… volvía a recaer.
Porque la parte protectora seguía ahí, aterrada de que si dejaba de hacer su trabajo (cortarse)…
El dolor de la parte exiliada saldría a la superficie.
Y desde su perspectiva… ese dolor podría matarla.
Literalmente.
Cómo empecé a acompañar diferente
Voy a ser sincero contigo.
Las primeras veces que intenté esto, me sentí raro.
Porque lo que me habían enseñado era «tú eres el experto, tú guías al paciente».
Pero con IFS… es más bien al revés.
Tú ayudas al paciente a que su parte sabia interna (el Self) haga el trabajo.
Con Sara, esto es lo que fuimos descubriendo juntos:
Primero, identificar la parte
«¿Hay una parte de ti que necesita cortarse cuando te desbordas?»
Simple. Directa. Sin juicio.
Luego, crear un poco de distancia
«¿Puedes notar esa parte sin SER ella? ¿Dónde la sientes?»
Esto es clave. Porque cuando Sara podía observar la parte en lugar de estar fusionada con ella… todo cambiaba.
Después, curiosidad real (no esa falsa del terapeuta que «ya sabe»)
«¿Qué intenta hacer por ti esa parte al cortarte?»
Y aquí… tienes que escuchar de verdad.
Sin agenda.
Sin intentar convencer a la parte de que está equivocada.
Escuchar la preocupación de la parte
Cuando Sara le preguntó a su parte protectora qué pasaría si dejaba de cortarse…
La respuesta fue clara: «El dolor interno es tan grande que me desintegraré.»
Y eso… eso no es «irracional».
Desde la perspectiva de esa parte de 14 años que se formó en un momento de crisis… es completamente racional.
Negociar (sí, negociar)
Una vez que la parte se sintió escuchada…
Le pedimos si estaría dispuesta a confiar en nosotros para ir a buscar a la parte que cargaba ese dolor.
Para sanarlo de verdad.
De manera que ya no necesitara cortarse para distraerla.
Y… aceptó.
No de inmediato, ojo.
Le tomó varias sesiones confiar.
Pero al final… dio un paso atrás.
La historia detrás del síntoma
Cuando finalmente pudimos acceder a la parte exiliada…
Era una niña de 7 años.
Congelada en un momento horrible de su vida.
Su padre la había humillado delante de toda su familia en una cena.
Le había gritado que era «una inútil», que «nunca iba a llegar a nada».
Y esa niña… había estado ahí, sola, cargando esa vergüenza durante más de 20 años.
Sin que nadie la viera.
Sin que nadie le dijera que no era su culpa.
Trabajamos con esa niña durante varias sesiones.
Sara (la adulta) pudo finalmente ir a buscarla.
Abrazarla.
Decirle que ya no estaba sola.
Y poco a poco… esa parte pudo soltar la vergüenza que cargaba.
¿Y sabes qué pasó con la parte que se cortaba?
Dejó de necesitar hacerlo.
No porque le dijimos «para ya».
Sino porque ya no había nada que proteger.
Cuando las partes no confían
No siempre sale así de «bonito».
A veces las partes protectoras simplemente no confían.
Y tienen razón en no hacerlo.
Han estado haciendo su trabajo durante años… ¿y ahora un terapeuta con buenas intenciones les dice que «se hagan a un lado»?
He aprendido (a base de equivocarme) algunas cosas:
No intentes convencerlas
Si una parte dice que no, es no.
Respétalo.
Ya volverás otro día.
Busca qué otras partes están bloqueando
A veces hay partes críticas que están atacando a la protectora.
O partes escépticas que no creen en la terapia.
Trabaja con ellas primero.
Ve más despacio de lo que crees que deberías
Esta es la que más me costó aprender.
Porque tenemos esa presión de «curar rápido».
Pero las partes… necesitan tiempo para confiar.
Lo que todo esto cambió en mí
Mira, te estoy contando todo esto porque trabajar así…
No solo cambió cómo ayudo a mis pacientes.
Cambió cómo me veo a mí mismo.
Porque yo también tengo partes.
Partes que se exigen, partes que evitan, partes que se críticas…
Y cuando empiezas a mirarlas con compasión en lugar de con juicio…
Todo cambia.
Por eso en el Máster en Acompañamiento Integrativo del Trauma y la Conciencia (MIT) que dirijo…
No solo enseñamos el modelo SSI (que integra IFS, Indagación Compasiva, trabajo somático y transgeneracional).
Sobre todo, invitamos a los terapeutas a profundizar en su propio proceso, y por supuesto a poner al servicio de sus clientes todo lo que aprenden.
Porque no puedes acompañar a alguien a un lugar donde tú no has estado.
No puedes pedir a tus pacientes que miren con compasión a sus partes…
Si tú no has aprendido a mirar con compasión a las tuyas.
👉 Si te resuena esto, puedes conocer más sobre el MIT aquí: desarrolloconsciente.com/mit
Para cerrar…
Sara ya no se corta.
Lleva casi dos años sin hacerlo.
No porque «controló el impulso» o porque «aprendió mejores estrategias».
Sino porque la parte que cargaba el dolor… ya no está sola.
Y la parte que se cortaba para protegerla… finalmente pudo descansar.
Cambiar la mirada sobre los síntomas lo cambia todo.
Cuando dejas de verlos como enemigos a eliminar…
Y empiezas a verlos como héroes exhaustos que necesitan ser liberados de su carga…
La terapia deja de ser una batalla.
Y se convierte en un rescate.
¿Has vivido algo así en consulta? ¿Alguna vez una parte protectora te sorprendió con su historia?
Me encantaría leerte en comentarios.
Y si conoces a algún colega que pueda resonar con esto… compártelo.
Un abrazo,
Saúl
REFERENCIAS CIENTÍFICAS
Estudios sobre IFS:
- Schwartz, R.C. (2013). «Moving From Acceptance Toward Transformation With Internal Family Systems Therapy (IFS)». Journal of Clinical Psychology.
- Anderson, F., Sweezy, M., & Schwartz, R. (2017). Internal Family Systems Skills Training Manual: Trauma-Informed Treatment for Anxiety, Depression, PTSD & Substance Abuse.
Sobre despatologización:
- Van der Kolk, B. (2014). The Body Keeps the Score: Brain, Mind, and Body in the Healing of Trauma.
- Maté, G. (2022). The Myth of Normal: Trauma, Illness & Healing in a Toxic Culture.
Sobre autolesión como estrategia de regulación:
- Klonsky, E.D. (2007). «The functions of deliberate self-injury: A review of the evidence». Clinical Psychology Review, 27(2), 226-239.







