La niña herida que llevas dentro (y por qué sigue reaccionando)
Te ha pasado, ¿verdad?
Estás ahí, en medio de una discusión con tu pareja… y de repente explotas.
Dices cosas que no quieres decir.
Sientes cosas que no entiendes.
Y cuando todo pasa… te preguntas: «¿Por qué he reaccionado así?»
Puede que en ese momento no fuera realmente tú quien respondió.
Puede que fuera el niño de 7 años que llevas dentro… ese que un día se sintió abandonado, ignorado o rechazado.
Y que hoy, sin que te des cuenta, sigue tomando decisiones por ti.

Cuando tu niño de 7 años toma el control
Imagina esto.
Tienes una parte de ti que quedó atrapada en el pasado… en un momento doloroso de tu infancia.
Una parte que no pudo procesar lo que pasó.
Que se quedó ahí, congelada… con el miedo, la tristeza o la rabia de aquel día.
En psicoterapia, y especialmente en modelos como IFS (Sistema de la Familia Interna), a estas partes las llamamos partes exiliadas o niños interiores heridos.
Y aunque tú hayas crecido… ellos siguen ahí, en algún rincón de tu mente.
Esperando ser vistos.
Esperando ser escuchados.
Gritando en silencio.
No es un niño… son varios
Aquí viene algo importante que quiero que entiendas.
No tienes un niño interior.
Tienes varios.
El niño de 4 años que se sintió abandonado cuando mamá tuvo que irse al hospital.
La niña de 7 años que fue humillada delante de toda la clase.
El niño de 10 años que sintió que no encajaba en ningún lado.
Cada experiencia dolorosa de tu infancia dejó una huella… y con ella, una parte de ti que quedó congelada en ese momento.
Y lo fascinante (y a veces agotador) es que estas partes siguen influyendo en tu vida hoy.
En cómo te relacionas.
En cómo reaccionas.
En lo que evitas o en lo que te da miedo.
Las 5 heridas del alma: una forma sencilla de entender el trauma
Durante años, psicólogos y terapeutas han intentado entender qué tipo de experiencias dolorosas marcan más a los niños.
Y aunque cada historia es única, hay ciertos patrones que se repiten.
A estos patrones se les conoce como las 5 heridas del alma (o heridas primarias de la infancia).
No es que todos tengamos las 5… pero casi todos cargamos con al menos una o dos.
Te las explico de forma sencilla:
1. La herida del abandono
Se forma cuando un niño siente que sus figuras de apego no están disponibles emocionalmente (o físicamente).
Puede ser porque mamá estaba deprimida, papá trabajaba todo el día… o simplemente nadie estaba ahí cuando más te necesitaban.
Cómo se manifiesta hoy:
Miedo a la soledad, dependencia emocional, dificultad para estar contigo mismo.
2. La herida del rechazo
Ocurre cuando un niño siente que no es deseado, que no encaja, que su existencia molesta o no es bienvenida.
Cómo se manifiesta hoy:
Sensación de no pertenecer a ningún lado, miedo al rechazo social, tendencia al aislamiento.
3. La herida de la humillación
Se genera cuando un niño es avergonzado, ridiculizado o criticado (especialmente en público o por su cuerpo, su forma de ser).
Cómo se manifiesta hoy:
Vergüenza interna, miedo a ser visto, autocrítica feroz, dificultad para mostrarte tal como eres.
4. La herida de la traición
Aparece cuando alguien en quien confiabas te falló, te mintió o rompió una promesa importante.
Cómo se manifiesta hoy:
Dificultad para confiar en los demás, control excesivo, miedo a ser vulnerable.
5. La herida de la injusticia
Se crea cuando un niño siente que fue tratado de forma desigual, castigado sin razón o que nadie lo escuchó cuando más lo necesitaba.
Cómo se manifiesta hoy:
Rigidez emocional, perfeccionismo, rabia contenida, necesidad de tener siempre la razón.
Estas heridas no son «diagnósticos»… son más bien un mapa para entender por qué hoy reaccionas de ciertas formas.
Y lo importante no es quedarte en la herida.
Es aprender a sanarla.
¿Por qué siguen ahí, congelados en el tiempo?
Piensa en esto.
Cuando eras niño y algo te dolía mucho… tu mente hacía lo único que podía para protegerte: apartar ese dolor.
Lo guardaba en un rincón.
Lo cubría con otras emociones (rabia, miedo, desconexión).
Y tú seguías adelante.
Pero ese niño herido… nunca se fue.
Quedó ahí, esperando.
Y cada vez que algo en tu vida de hoy se parece (aunque sea un poco) a lo que pasó entonces…
Ese niño despierta.
Y reacciona.
Como si estuviera otra vez en peligro.
Como si tuviera 7 años.
Aunque tú hoy tengas 30, 40 o 50.
Un ejercicio para conectar con tu niño interior
Te propongo algo sencillo.
No te tomará más de 5 minutos… pero puede abrirte una puerta enorme.
Paso 1: Busca un momento tranquilo
Cierra los ojos si te ayuda.
Paso 2: Recuerda una situación reciente en la que reaccionaste «de más»
Algo que te dolió, te enfadó o te desbordó… más de lo que la situación parecía merecer.
Paso 3: Pregúntate: «¿Qué edad tiene la parte de mí que se sintió así?»
No pienses la respuesta. Deja que aparezca.
Puede que te venga una imagen, una edad, un recuerdo.
Paso 4: Háblale en tu mente
«Te veo. Sé que algo te dolió. No estás solo/a.»
Nada más.
No necesitas arreglar nada.
Solo… verlo.
Porque muchas veces, lo único que esos niños internos necesitan es que alguien (tú) los mire con compasión.
¿Y ahora qué hago con todo esto?
Puede que ahora mismo estés pensando: «Vale, Saúl, ya sé que tengo partes heridas… ¿y ahora qué?»
Lo primero es comprometerte a mirar esto y atenderlo, como lo harías con un tema que es realmente importante para ti.
Luego valora hacer terapia, yo te recomiendo modelos como Sistema Interno, IFS o la indagación compasiva. Si quieres te puedo recomendar a alguien.
Y si prefieres seguir tu camino de autoconocimiento por tu cuenta, creo que lo más importante es aprender a desarrollar la presencia y compasión hacia ti mism@.
Y sí, esto se puede entrenar.
Por otro lado… si quieres hacer un trabajo de autoconocimiento con una guía clara y un periodo concreto, hace un tiempo creé un Reto de 5 días enfocado en conocer, reconocer y sanar tus heridas de la infancia.
Es un acompañamiento que puedes hacer a tu ritmo, donde durante 5 días aprendes cuales son tus heridas o herida principal, cómo comenzar a sanarla y mucho más.
👉 Si sientes que algo de lo que te he contado hoy resuena contigo… puedes ver más información aquí: https://saulperez.com/el-cambio-interior/
Para terminar…
Hoy quiero dejarte con una idea.
Esos niños heridos que llevas dentro… no son tu enemigo.
No son un problema.
Son partes de ti que hicieron lo mejor que pudieron en un momento difícil.
Y hoy… siguen esperando que tú, el adulto que eres ahora, vayas a buscarlos.
Que los mires.
Que los escuches.
Que les digas: «Ya no estás solo. Yo estoy aquí contigo.»
Porque la sanación empieza ahí.
En la compasión hacia ti mismo.
¿Reconoces alguna de estas heridas en ti? ¿Cuál te resuena más?
Te leo en comentarios. ✨
Un abrazo,
Saúl







